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Los Testamentos

Continuación del destino de la sociedad de Gilead y las conspiraciones que buscan acabar con el régimen autoritario.


 

La narración nos lleva quince años después de los eventos de El cuento de la criada, a través de los testimonios de tres mujeres que se van identificando como la tía Lydia, Daisy y Agnes. Los Testamentos mantiene vigente la tensión que ya aparecía entre el adentro y el afuera en la primera parte de esta historia, e intensifican esta presión cuando personajes de ambos lados empiezan a convivir y contrastar sus creencias.


A diferencia de El cuento de la criada, diría que esta novela se queda dentro de los límites de lo predecible y no emplea la intriga de manera tan eficaz, pero seguramente algunos dentro de la base de seguidores de Atwood la apreciarán. Otro contraste aparece con el grado esperanza que se erige a partir de una posibilidad de desactivar los mecanismos opresores y esta posibilidad germina dentro del mismo sistema.


Como la investigación de un caso, la organización de los capítulos no se destaca sino por la enumeración de testimonios y un afán de encontrar las huellas borradas por la historia. La necesidad de entender lo ocurrido para nunca olvidar, como tantos eventos infames que sufrió la humanidad.


Las marcas célebres de El cuento de la criada de Atwood signadas por los límites entre el deber y el poder de las mujeres continúan intactas en esta segunda parte, pero sus efectos resultan menos sorpresivos y perdurables. El estilo de escritura se mantiene limpio sin caer en profundidades poéticas, haciendo de la lectura un ejercicio veloz y conciso. La misma idea de dejar un registro de lo que está pasando continúa, aunque desde otro punto de vista, aquellos que deseaban conocer el final de Offred se quedarán con la intriga.


Atwood realiza guiños a eventos concretos de la historia de la esclavitud en los Estados Unidos y los convierte en material para el mundo de Gilead, como sucede con la red de ferrocarril subterránea femenina en referencia a la ruta de escape de los esclavos afroamericanos del sur hacia el norte, conocida como Underground Railroad.


Al igual que en el mundo real, el universo creado en la novela es una red de escenarios interconectados donde se reenciende una lucha sobre la libertad de decisión de la mujer. Una lucha que lleva décadas siendo silenciada.

El personaje más interesante en mi opinión es la tía Lydia, quien nos abre las puertas a su formación y crecimiento dentro del sistema. Margaret Atwood hace un gran trabajo profundizando más en esta caracterización y nos muestra en esta instancia las variaciones presentes dentro de las lealtades ciegas al régimen, ya no tan ciegas.


Las historias que crea Atwood sin duda se imponen en nuestra sociedad como una advertencia y un recordatorio. La resistencia de las mujeres es un movimiento cuya fuerza solo se hará más fuerte con el tiempo y seguirá encontrando un espacio en el diálogo cotidiano.

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