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La historia de mi máquina de escribir

El homenaje de Paul Auster a su artefacto más preciado.


“Ahora que se había convertido en una especie en peligro de extinción, uno de los últimos artefactos que aún quedaban del homo scriptorus del siglo XX, empecé a sentir cierto afecto por ella”.
 

Uno observa este libro como observa una obra de arte. Sam Messer trae a la vida con sus ilustraciones la posesión más preciada de Paul Auster: su máquina de escribir. El apego de estos dos artistas por el artefacto representa la fidelidad y el compañerismo, esencias para cualquier amistad duradera.


Autor y máquina son uno, sobreviven con perseverancia a las nuevas generaciones y se sienten soldados que llegan al final de sus esfuerzos. Reliquias que serán en un futuro más “espectáculo de escaparate” que “utensilios en acción”. Quizá ese conocimiento sobre la propia obsolescencia programada los impulsa a venerar un instrumento que fue tan significativo para la historia de la humanidad, símbolo de una época.


La máquina se va personificando heroicamente y se impone sobre la durabilidad de otros objetos materiales. Nada se compara con la vieja herramienta que lo ha acompañado casi la mitad de su vida al momento de escribir este libro.


Una Olympia portátil fabricada en Alemania Occidental, que en su momento le costó cuarenta dólares. Nunca se había detenido a pensar en lo que eso significaría más adelante. Creada en un país que ya no existe, esta máquina manual fue seleccionada una y otra vez por Auster a pesar de los cambios tecnológicos. Es una inspiración sin distracciones podríamos decir, que habilita solamente al autor con su mente y su teclado, sin la posibilidad de utilizar buscadores o mecanismos eléctricos.


Este pequeño libro es un homenaje que no solo se destaca por un afecto irreprochable entre la máquina de escribir y su dueño, sino también por cómo Sam Messer le hace descubrir todas las personalidades que guardaba su aparato. Separándose de sus pares, Paul Auster graba en nuestra memoria la pregunta de ¿por qué debemos cambiar algo que nos satisface? En nuestro mundo de consumidores contemporáneos y ante una saturación de bienes, nunca viene mal recordar esta experiencia entre autor y fiel compañero de viaje.

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