La primera novela de María Gainza nos ofrece un recorrido estético que conecta lo local con el afuera.
“El asunto es que la ansiedad lo hacía hablar de más. Olvidaba que los elementos más poderosos de una obra con frecuencia son sus silencios, y que, como dicen por ahí, el estilo es un medio para insistir sobre algo”.
El nervio óptico (2014) habilita a leerse como compendio de cuentos cortos o intento de novela. Ya su nombre indica la cualidad artística que permea todas las historias, algo que llega a nuestra fibra más íntima y despierta nuestras sensibilidades.
Con un escenario marcadamente argentino, donde se cuelan renombres de la historia y la cultura como los Errázuriz o Regina Pacini, la narración va enfocándose en distintos artistas a medida que avanzamos sobre las distintas secciones del libro: desde Alfred de Dreux y Cándido López, hasta Toulouse-Lautrec y Rothko.
Leer El nervio óptico se parece a una advertencia sobre los paseos en los museos, una invitación a detenerse y saborear más que devorar. El personaje principal elige estas casas de arte como refugios selectos donde lo pictórico envuelve un misterio y una historia. Es a partir de lo visual que se habilita la huida para inspirarse y convertirse en parte de la obra.
The kick galvanic
“Me recordó que en la distancia que va de algo que te parece lindo a algo que te cautiva se juega todo en el arte, y que las variables que modifican esa percepción pueden y suelen ser las más nimias.”
El fulgor es aquello que se produce cuando el observador no puede identificar bien lo que siente y lo que provoca una obra de arte que trasciende los límites discernibles del marco. En este libro, el arte le da la excusa perfecta a la protagonista para poner en palabras lo que quiere comunicar. Las tensiones simbólicas representadas en la pintura son las que provocarán ese fulgor indomable que despierta los sentidos.
Es esa inspiración o apertura la que nos otorgan las manifestaciones artísticas y que sirve para, como puntos de fuga, escapar hacia una multiplicidad de horizontes posibles. Este escape se presenta como necesario ya que la escritura de Gainza refleja las problemáticas de vivir en un país que parece siempre al borde de la autodestrucción.
Dentro de las fronteras
La autora elige alejarse de la competencia entre el canon europeo, tan amado en nuestro país, y lo auténticamente regional y se traslada a lo que este último tiene para ofrecer: una riqueza inexplorada o en muchos casos poco difundida ante nuestros ojos.
Hay un apego al barrio, al arte, al ser argentino. En “El buen retiro”, se cuenta la historia de dos amigas que escogen estos dos caminos posibles, el de España y el de quedarse en la patria.
Luego de crisis históricas, el ciudadano argentino conoce siempre a alguien que desea o logró experimentar la vida fuera de las fronteras. Hay un concepto en el que alejarse de uno mismo y renunciar al país corta con el desarrollo de la sensibilidad artística, como si parte de uno mismo se desvaneciera.
A pesar de la bifurcación de los caminos, hay un deseo intenso de no perder contacto con esa figura de la infancia que se alejó y que está ahora en un afuera que parece inalcanzable.
Cuando el hermano de la protagonista se va del país en los años noventa y se tala un árbol, vemos funcionar los símbolos de una escisión irreversible.
“En esa habitación vive ella, mi amiga estrella, de la que he perdido todo rastro. Una parte mía vive ahí también, una parte grande. Todavía hoy, cada vez que llego a casa, meto la mano en el buzón y tanteo en busca de un paquete que traiga adentro su novela. En los raros momentos en que logro hacer a un lado mis infinitas inseguridades, deseo con toda mi alma que sea un ladrillo de cuatrocientas páginas que calle las voces de mi cabeza de una vez y para siempre”.
Esta melancolía por lo perdido aparece en varios de los cuentos, desde la descripción de las ruinas artificiales del Romanticismo que establecían vínculos con la Antigüedad, hasta el alejamiento físico de personas cercanas. Tal vez sea la experiencia más humana sentirse vivir al borde del colapso.
Aunque sus orígenes vienen de una familia acomodada, la protagonista pide ser representada como otra de izquierda, la rebelde que se contenta con lo que su tierra tiene para ofrecer.
Viaja con sus nervios ópticos y no con la totalidad de su cuerpo. Ese viaje resulta perfecto porque le permite imaginar e idealizar algo que quizá perdería un poco de su esplendor estando frente a frente. El tedio de tener todo a tu alcance adormece los sentidos, para estimular la imaginación se necesitan partes del rompecabezas y no la figura completa. Ella quiere completar el resto a su propio piacere.
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